sábado, 28 de enero de 2012

En mi cuarta entrada voy a hablaros del libro "El mal de escuela" de Daniel Pennac un profesor de francés retirado. En el se aborda el tema de la educación desde el punto de vista de los malos estudiantes, un libro de lectura amena pero reflexiva que sinceramente recomiendo, ya que todos como docentes nos vamos a tener que enfrentar al hecho de tener malos estudiantes y es necesario una comprensión de los mismos, de los problemas que acarrean el ser mal estudiante para el estudiante y sus familias. Es la única forma para ofrecer una educación de calidad para todos los estudiantes y no sólo para los buenos.


MAL DE ESCUELA
En este libro se aborda el tema de la educación y la escuela desde el punto de vista de los malos estudiantes y para ello el autor nos cuenta en primera persona su experiencia como mal estudiante. Un estudiante que no entiende la aritmética, sin capacidad de memorización, al que las lecciones que aprende por la tarde se le evaporan por la noche y al día siguiente lo ha olvidado todo. Un estudiante que detesta las mayúsculas ya que toda palabra marcada con una mayúscula estaba condenada al olvido inmediato, que era nulo para las lenguas extranjeras ya que las palabras en inglés se le esfumaban tan rápido como los nombres propios.
Un libro que recoge el dolor y la angustia que acompañan a los malos estudiantes. Como el mismo autor nos dice “un libro sobre el dolor compartido del zoquete, sus padres y sus profesores”, sobre el dolor de comprender los daños colaterales que acompañan al ser mal estudiante.
Y es que el autor, además de mal estudiante, trabajó durante 25 años como profesor de francés en un instituto de Paris. 25 años, 2500 alumnos, algunos con grandes dificultades. Entonces ¿cómo se salvo este alumno zoquete? ¿Cómo consiguió transformarse de mal estudiante a profesor en cuestión de 10 años?
El autor nos cuenta que fue gracias a 4 maestros que supieron sacar lo mejor de sí mismo. ¿Cómo puede tener tan claro el autor que fueron 4 con la gran cantidad de maestros que pasaron por su penosa vida de estudiante? ¿Cómo puede tener tanto poder un simple maestro, o 4 maestros en este caso, para sacar a un alumno  del fondo del pozo de los malos resultados y el ostracismo y llevarle a estudiar una carrera universitaria?
El primero de ellos fue un profesor de francés que ante la facilidad del  alumno para inventar excusas a los trabajos no entregados decide librarle de las redacciones a cambio de que escriba una novela. ¿Cómo pudo aquel viejo profesor de francés  descubrir al narrador que triunfaría escribiendo novelas cuando no era capaz de escribir dos renglones seguidos sin faltas de ortografía? Y es que aquel profesor fue el primero que le concedió un estatus, que le trato de manera singular, como a una persona entre la masa de estudiantes.
El segundo fue un profesor de matemáticas que amaba tanto la materia que impartía que no podía consentir que resultara repulsiva para algunos alumnos especialmente negados. Ponía tanto interés y énfasis en las explicaciones que todos esos números y conceptos abstractos iban acomodándose poco a poco en las cabezas de sus  estudiantes hasta empezar a cobrar sentido.
La tercera fue una profesora de historia que era capaz de encarnar la historia de traer a clase las batallas, hazañas, pactos y tratados sólo con su modo de gesticular y comunicar.
El cuarto y último fue un profesor de filosofía quien despertó su espíritu. Que le hacia irse a casa con una pregunta en sus mentes y meditar horas y más horas sobre su respuesta.
¿Que tenían en común estos cuatro profesores? Todos ellos estaban poseídos por la pasión comunicativa de su materia, todos ellos amaban su materia y transmitían en sus clases  no sólo el saber de sus respectivas materias sino el deseo de saber.
El libro nos habla también de su experiencia como profesor de francés con alumnos con dificultades de aprendizaje. Pero no ha modo de recetas ya que es bien sabido que en educación lo que funciona para una determinada clase en un determinado momento no tiene porque funcionar para otra, sino como ejemplos en los que supo hallar la fórmula para enganchar a un alumno que se estaba perdiendo o para conectar con una clase que viajaba a la deriva.
Los profesores debemos analizar cada clase y dentro de cada clase a cada alumno o grupo de alumnos para adaptar nuestras clases, adaptar los conocimientos que debemos transmitir a ese alumno o grupo.
Los docentes debemos comprender que los alumnos y los grupos no son estáticos sino que van cambiando a lo largo del curso, que son distintos de un día para otro, incluso de una clase a otra dependiendo del momento del día o de la clase anterior. Y además, los  son alumnos con dificultades son más sensibles a este tipo de cambios. Los alumnos buenos tienen el don o la capacidad de mantener su concentración y su capacidad de atención  independientemente del momento del día o de la clase anterior, pero eso no sucede con los alumnos con dificultades y eso es algo a lo que como decentes debemos prestar la debida atención.
Y en esa extensa experiencia no falta algún fracaso. Tenemos que comprender que aunque intentemos ajustarnos en cada momento a nuestro alumnado siempre habrá un alumno o alguna clase con la que no seamos capaces de conectar y entonces lo que tendremos que hacer es seguir luchando por ese alumno o esa clase para conseguir extraer, sino su máximo potencial, al menos todo lo que esté en nuestra mano.
El libro nos relata la angustia de los padres de los malos estudiantes, de su búsqueda de un colegio mejor, de una solución para los problemas de su hijo, de un buen colegio para malos estudiantes.
Nos habla de como estos mismos padres son cómplices de las mentiras piadosas de sus hijos para ir tirando en el día a día hasta que la realidad de las calificaciones al final del curso le vuelvan a poner en su sitio.
El autor reflexiona en el libro sobre la exclusión y el dolor que sienten los malos estudiantes pues no se sienten aceptados ni comprendidos ni por sus compañeros ni por sus padres ni por sus profesores. Pero no es un libro de dolor o angustia sino de humor y ternura que en algunas partes puede considerarse poético. Un libro en definitiva que llega al alma. Un libro de amor, del amor de algunos profesores por su profesión y por sus alumnos y que gracias a este amor logran salvar del ostracismo a esos zopencos, a esas ovejas descarriadas que logran volver a la senda del estudio y el trabajo gracias al amor y a la bondad.
El libro pretende mejorar el sistema educativo, hacerlo más flexible para que pueda adaptarse mejor a los alumnos con dificultades. Pretende a su vez concienciar al profesorado sobre la necesitad de comprender mejor a nuestro alumnado, especialmente a los que más ayuda van a necesitar, hacernos reflexionar sobre la importancia de amar nuestro trabajo y trasmitir ese amor, junto con nuestros conocimientos de forma que no se quede en la superficie de los buenos alumnos y penetre hasta en las mentes de alumnos con más dificultades.

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